Si tu hijo es de los que al llegar a la casa después de un día de colegio se queja del rechazo de los demás y repite una y otra vez: “Todo el mundo me molesta. Nadie me quiere. Siempre estoy solo. Nadie quiere jugar conmigo”, debes reconocer en estos comentarios una llamada de auxilio. Puede ser que a tu hijo se le están dificultando las relaciones sociales y para ayudarlo a sobreponerse a este reto apóyate con los siguientes consejos:
Deja que se desahogue, y trata de ser imparcial. Al articular el problema, quizá tu hijo empiece a buscar la salida.
Si tu hijo te dice que se siente triste, o cree que es gordo o tonto, no digas, “¡No seas ridículo! Eso no es cierto.” Los sentimientos son reales y legítimos, y poderlos identificar es el primer paso para manejarlos.
Cuando te dice que todo el mundo lo molesta, pide los nombres de quienes son para dimensionar el problema. ¿Cuándo es “siempre”? “Nadie” es un término absoluto; tal vez haya alguien que alguna vez sí juegue con él.
Anímalo a pensar en quien sí le habla bien, y en los momentos cuando se ha divertido “un poquito”. Se puede construir sobre lo positivo, Cuando las quejas nublan el horizonte hay que buscar un rayito de luz.
Ayuda a tu hijo a cuestionar su propia conducta. “¿Y qué hiciste antes de que te dijeran eso? ¿Cómo contestas cuando te dicen así?” Aquí también puede haber un patrón que él debe cambiar.
Pide ayuda en la escuela. Haz una cita con la maestra para intercambiar puntos de vista y exponer tu preocupación por la situación de tu hijo. Pide a la maestra que apoye ofreciendo a tu hijo un escenario que fortalezca más su auto estima.
Apóyalo a practicar sus habilidades sociales bajo tu supervisión invitando a solamente un compañero a la vez. Es bueno que haya alguna actividad planeada, como ir al cine o a comer algo que les agrade a ambos, para que sea una experiencia positiva para todos.
De ser necesario, debes buscar un apoyo profesional. Los psicólogos infantiles con frecuencia ofrecen talleres de habilidades sociales, donde los participantes interactúan con otros niños de su edad, reflexionan sobre sus dificultades y desarrollan estrategias para relacionarse más exitosamente con los demás. Las habilidades sociales se aprenden; no se nace con ellas, y muchas veces se necesita un buen maestro para enseñar el camino.
Anímalo a escribir un diario. Cada día, el reto para él es apuntar la cosa más bonita que alguien le haya dicho. Así le ayudarás a cambiar su enfoque, buscando identificar lo bueno para construir sobre él. Tal vez cambie su perspectiva y decida que el panorama no es tan desolador como lo había imaginado.